Es algo bueno llevar a un animal perdido a un refugio de manera que pueda encontrar un entorno cariñoso que uno no puede proporcionarle. También es comprensible si debes entregar a tu mascota a alguien porque ya no puedes proporcionarle los cuidados necesarios. Sin embargo, es una situación completamente diferente arrojar a un pequeño animal indefenso a un cubo de basura como si su vida no significara nada y no fuera digna de ser vivida.
Si bien pretenderíamos que el escenario de esta última oración no ocurriese, sucede más de lo que deseamos imaginarnos. De hecho, este es exactamente el escenario que sucedió en San Francisco con una gata salvaje. La buena noticia es que una mujer encontró a esta dulce aunque asustada gata e inmediatamente telefoneó a su amiga, Sinead Schaefey, de quien sabía que cuidaría de buen grado a la felina junto a su compañero Riley.
Como la mayoría de los gatos salvajes con poco contacto con humanos y un pasado traumático reaccionaría, la gata, que fue llamada Mami, inicialmente no se ajustó muy bien a su nuevo entorno hogareño. Sus tristes ojos caídos lo dicen todo.
El comportamiento de Mami también era preocupante. Los primeros días fueron especialmente duros para la gata, como también para su nueva familia. Mami se ocultaba debajo del sofá, retrocedía atemorizada si alguien intentaba tocarla o tomarla. La pobre gata estaba visiblemente en modo luchar o huir todo el tiempo, y sus dueños no estaban seguros de qué hacer al principio.
Fue entonces que tuvieron una idea: Adoptarían otro gato para que hiciera compañía a Mami. Entonces, Sinead y Riley adoptaron un pequeño gatito llamado Morty. Si bien este último amigo peludo de la casa era el menor de su camada, era activo aunque tenía una actitud tranquila y cariñosa. ¡Sería perfecto para ayudar a Mami a relajarse y a la vez sería un genial compañero de juegos para ella!
Resultó que adoptar un segundo gato fue una opción genial. Quizás a Mami le llevó algo de tiempo acostumbrarse a su nuevo hermano, pero finalmente se aceptaron mutuamente, y por fin se convirtieron en grandes amigos. Los hermanos no están solo para hacerse compañía, sino que los dueños creen de verdad que Mami se tranquilizó y aprendió a comportarse como una gata casera una vez que conoció a Morty. Morty, después de todo, no tuvo un pasado traumático como Mami, pues tuvo la suerte de tener una crianza más estable.
Hoy, ambos gatos adultos son muy amigos mientras siguen creciendo juntos y sus personalidades se complementan perfectamente. De hecho, sus dueños los describen como “yin y yang”.
Según Sinead, “[Mami es] como una mamá para Morty. Si él comienza a maullar, ella viene a ver qué le está sucediendo. Su alguien toca a Mami o la levanta, él está inmediatamente allí a tus pies investigando qué estás haciendo… Me recuerda a mí cuando era pequeña. Sientes que tienes un hermano, pero también son amigos”.
Aunque los ojos de Mami siguen pareciendo “tristes”, sus dueños saben positivamente que su peluda amiga es feliz. Juega con sus juguetes, se acurruca con Morty, socializa cuando quiere algo y ya no bufa ni se esconde al ver a un humano. ¡Todo gracias a su vínculo con Morty, que la ayudó a convertirse en la gata que es hoy!
¡”Visita” a Mami y a Morty viendo el video al final de este artículo!