Crecí con perros, y para mí es muy difícil imagina mi vida sin ellos. Como adulta, mis perros son una parte extremadamente importante de mi vida, pero de niña probablemente eran aún más importantes.
Mis dos padres eran “gente perruna”, y no podían imaginarse el criar niños sin algunos peludos amigos cuadrúpedos en la casa. Los perros eran amigos, compañeros de juego, diversión, y siempre se encargaron de deshacerse de cualquier alimento que pudiese caer al suelo. Me imagino a esos padres sin perros pasando unas espantosas cantidades de tiempo levantando el cereal y otras comidas del suelo.
Cuando fui lo suficientemente mayor para ir a la escuela, nuestro desaliñado chucho llamado Fred me acompañaría hasta la parada del autobús todas las mañanas, y estaría allí esperándome cuando llegaba a casa. Esto era en los tiempos anteriores a que los padres esperasen en las paradas de autobús con sus hijos, y Fred era toda la supervisión que necesitaba. Amaba a mi fiel amigo, pero como siempre había estado allí, no comprendí hasta que fui mayor lo especial que había sido nuestro vínculo.
Ver al bebé en este video relacionarse con su camarada canino me da esperanza de que otro niño crecerá con esa especial relación con una mascota. Mientras que cualquier otro estaría algo nervioso al principió mientras el diminuto bebé se acerca gateando a un enorme perro, sólo hacen falta unos momentos para ver que esos dos ya son amigos. El espléndido perro siente afecto por ese bebé.
Presentar un bebé a un perro siempre debe hacerse con cuidado y de la manera correcta. Los niños pequeños pueden ser enseñados a interactuar adecuadamente con animales, y jamás deben quedarse solos con un perro. Dicho esto, parece que a estos dos les va bastante bien, y los padres están allí, filmando su interacción.
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