Cualquiera que haya ido a la universidad sabe que la matrícula no es barata, y que desde 1980 ha seguido haciéndose cada vez más cara. En estos días, muchos padres tienen dificultades para reunir los fondos para la educación universitaria de sus hijos. Debido a los pesados costos, muchos graduados de la secundaria no pueden acceder a la educación universitaria que desean, o son forzados a completar lentamente su programa de educación superior pues no pueden permitirse tomar demasiadas clases a la vez.
Aunque nació en 1919, cuando la matrícula universitaria era mucho más barata, Dale Schroeder no pudo permitirse ir a la universidad, pues creció en una familia pobre. Puede que no haya podido obtener la educación que quería, pero sin duda no envidiaba a quienes sí pueden. De hecho, el carpintero de Iowa, que jamás se casó, dedicó su vida a asegurar a las generaciones posteriores a él que pudieran acceder a la educación universitaria que merecían. Trabajando 67 años en el mismo empleo, ¡Schroeder ahorró y donó dinero suficiente para enviar a más de 33 personas a la universidad!
Si tuvo problemas cuando crecía y durante su carrera, ¿cómo fue Schroeder capaz de pagar la universidad a tanta gente? El carpintero trabajó duro en lo suyo, y sólo gastaba lo que necesitaba para sí mismo. Nunca fue gastador.
“Fue ese tipo de obrero que llevaba su almuerzo, iba a trabajar todos los días, trabajaba realmente duro y era frugal, como muchos en Iowa”, dijo Steve Nielsen, un viejo amigo de Schroeder.
Todo lo que tenía era un par de vaqueros, un solo par de pantalones para la iglesia, y una camioneta Chevy de un modelo viejo. Vivió una vida sencilla, pero fue la que él quiso; no necesitaba mucho para ser feliz.
Además, Schroeder pudo hacer esta gran donación para los futuros estudiantes universitarios porque no tenía ningún familiar cercano a quien pudiera pasar su dinero. ¡En lugar de dejar que el dinero que tanto le costó ganar al estado, sus ahorros fueron directamente a un fondo de becas!
Si bien las personas que ganaron el dinero de las becas no llegaron a conocer a Schroeder, están muy agradecidas por haber tenido la oportunidad de pagar la universidad gracias a su generosa contribución. Los becados se autodenominan “Los chicos de Dale”.
Kira Conard, una aspirante a psicóloga, fue una de las beneficiarias de la donación de Schroeder. Puede que haya tenido buenas calificaciones y el impulso necesario para ir a la universidad, pero el dinero no sobraba. Tenía tres hermanas mayores y fue criada por su madre soltera, lo que hacía que la universidad fuese una oportunidad improbable para ella.
“Yo quiero hacer esto, tengo esta meta, pero no puedo lograrlo por el tema financiero”, dice.
Luego de contar a sus amigos, en su fiesta de graduación de la secundaria, la noticia de que no podría asistir a la universidad con ellos, poco después recibió una llamada telefónica que le cambiaría la vida. ¡Recibiría la matrícula de Schroeder para que su suelo de recibir una educación universitaria se hiciera realidad!
“Estallé inmediatamente en llanto”, cuenta. “Que un hombre que jamás me conoció me diera básicamente todo lo necesario para la universidad… es increíble. Esto no sucede”.
Pero los beneficiarios no recibieron solo vorazmente el dinero de la matrícula; hicieron un esfuerzo por comprender a esta alma bondadosa detrás de él. Así, los estudiantes se tomaron el tiempo para honrar la vida de Schroeder en un encuentro donde se reunieron alrededor de la vieja lonchera del carpintero para hablar de cómo su donación tuvo un impacto profundo en sus vidas.
¡Es increíble que un hombre pueda ayudar a tantas personas!
Entérate de más sobre la donación de Schroeder abajo. Si bien el falleció en 2005, ¡espero que los estudiantes que benefició nunca olviden su acto desinteresado y realicen un acto de bondad como el suyo algún día!