Como humanos tenemos una fascinación infinita por el mar. Quizás porque, a diferencia de la superficie sobre la que dominamos, una gran parte del mundo bajo la superficie de los océanos es un misterio para nosotros. Hemos logrado, aunque no perfeccionado, los viajes espaciales, y el universo que existe bajo el agua es un caso similar. Aún no tenemos la tecnología para explorar las profundidades de los océanos, así como estamos limitados en los viajes espaciales. Además, como no podemos vivir bajo el agua y los animales marinos sí pueden hacerlo, para nosotros son bastante asombrosos.
Mucha gente gastará sumas bastante grandes de dinero para viajes de observación de ballenas, incluso aunque no haya garantías de que las ballenas se mostrarán ese día. Pero la sola oportunidad de vislumbrar a estos majestuosos animales vale el dinero que cuesta. Pero otros son lo suficientemente afortunados para ver a las ballenas en acción sin estar en un viaje de observación de ballenas. Como estos tres hombres que daban un paseo en un bote de remos metálico.
Steven Sloan, uno de los hombres en el bote de remos, narra los eventos de ese día: “Mis amigos y yo estábamos pescando cangrejos en la costa de la Isla Anderson y aunque no habíamos capturado nada en realidad, ¡llegamos a ver la manada de orcas de la que todos habían estado hablando! Estábamos en un pequeño bote de remos de aluminio y creemos que el sonido de la cuerda raspando a lo largo del costado del bote fue lo que atrajo a las orcas bebé, porque justo después de subir la trampa, la manada se dirigió directo a nosotros”.
Asombroso como fue este encuentro, no puedo evitar empatizar con lo gracioso y terrorífico que ha sido todo este suceso. Yo me hubiera emocionado de la misma manera.
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