No soy científica, y no hay nada de malo en ello. Eso no significa que no pueda usar la ciencia para tener una mejor comprensión del mundo a mi alrededor. Es sencillo pensar que la química, biología o física avanzada está muy lejos de nosotros. Suponemos que la única gente que sabe de esas cosas son los profesores y expertos en sus campos. Son físicos, ingenieros espaciales, probablemente genios.
Sin embargo, aunque es sencillo dejar esas cosas para los expertos, la ciencia está alrededor de nosotros todo el tiempo, y no siempre es difícil de comprender. Es tan sencillo como la gravedad y el hecho de que el agua y la luz del sol hace que las plantas crezcan. Si nos detenemos a pensar en ello por un momento, comprenderemos bastante bien los fundamentos científicos básicos sólo por existir en el mundo.
Por ejemplo, muchos de nosotros que jugamos o vemos deportes sabemos que la “rotación” afecta la forma en que se mueve una pelota, ya sea de golf, béisbol o baloncesto. Quizás no lo comprendas completamente, pero este video explica el “Efecto Magnus” con gran claridad.
Este es el experimento hecho por algunos amigos en Tasmania:
Dejaron caer una pelota de baloncesto desde una represa de 450 pies de altura en Tasmania, dos veces. Sin rotación, la pelota aterrizó directamente abajo, pero cuando se le añadió rotación, la pelota voló y salió de curso, aterrizando en un lago alejado. ¿La causa? El Efecto Magnus, explicado por el científico alemán Heinrich Gustav Magnus en 1852: El Efecto Magnus sucede cuando una pelota, un cilindro u otro objeto similar giratorio se desvía de su curso previsto a causa de cambios en el flujo del aire.
“Cuando la pelota de baloncesto adquiere velocidad, el aire en el frente de la pelota va en la misma dirección de rotación, y por lo tanto se ve arrastrado por la pelota y es desviado hacia atrás”, explica el video.
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