La programación de computadoras es algo que se enseña habitualmente a los graduados de la secundaria que desean convertirse algún día en programadores profesionales. Sin embargo, mucho más que antes, programar es algo que se enseña en otros ambientes educativos, incluyendo las clases de la primaria. ¡Es una gran oportunidad! Al enseñar a los más pequeños a programar, las escuelas esperan enseñar a los estudiantes lógica, criar niños con una mentalidad desarrollada y preparar anticipadamente a los estudiantes para una potencial carrera en tecnología. Pero hay otro grupo de personas a los que muchos están ansiosos por enseñarle a programar: presidiarios.
The Last Mile (“La Última Milla”) es una organización que apunta a proporcionar entrenamiento en tecnología a quienes están tras las rejas. Para asegurarse de que los reclusos prontos a ser liberados tengan una buena oportunidad de conseguir un trabajo bien pago en tecnología, esta organización sin fines de lucro provee las herramientas educativas necesarias para que aprendan el arte de crear sitios web y software desde cero.
Quizás te preguntes: “Pero, ¿por qué presidiarios?”.
Mediante su sitio web, The Last Mile argumenta que el sistema de justicia criminal de los EE.UU. no funciona, pero al ofrecer su programa la organización cree que está haciendo una diferencia positiva en términos de la forma en que los ex-convictos hacen un cambio en sus vidas.
“No sólo estamos reduciendo la tasa de reincidencia, donde uno sale y ya no regresa, sino que también tenemos la capacidad de volver a la comunidad y evitar que la gente vaya a prisión en primer lugar”, dijo Jason Jones, quien es un participante en el programa The Last Mile él mismo.
Si bien la mayoría de los prisioneros un día serán liberados, un estimado de más del 80% de ellos serán reincidentes, regresando ellos mismos al sistema carcelario. Pero eso no significa que no merezcan una oportunidad de hacer las cosas bien. Es por eso que The Last Mile está dando a estos individuos una segunda oportunidad.
“Generalmente mucha gente dentro quiere mejorar, quiere tener éxito. Entonces hay que crear una oportunidad, porque el 90 por ciento de la gente va a salir, la pregunta es: ‘¿Quién quieres que ellos sean?’”, dijo Chris Redlitz, uno de los dueños de la organización.
Como resultado, el programa realmente está ayudando a mejorar las tasas de reincidencia. En el transcurso de una década The Last Mile ha tenido 100 graduados, incluyendo Jason Jones. Hasta ahora, ninguno de los graduados ha reincidido desde que ha sido liberado.
Más aún, mantener a un prisionero individual prisionero durante un año en el estado de California cuesta aproximadamente $75.000. Pero ofrecer al mismo prisionero capacitación en programación y reducir significativamente sus posibilidades de que un día vuelva a ser un convicto, cuesta sólo $5.000.
A su vez, los contribuyentes no solamente ahorran mucho dinero, sino que el programa puede ayudar a crear una comunidad más segura para vivir, pues es menos probable que los capacitados por el programa vuelvan a tener conductas criminales. Y con una mayor probabilidad de encontrar empleo luego de la prisión, los civiles readmitidos pueden trabajar por su dinero en lugar de depender de programas del gobierno. Parece que es lo mejor para todos los involucrados.
“Lo que The Last Mile ha mostrado es que un cambio es posible”, dijo la esposa de Redlitz y segunda fundadora de The Last Mile, Beverly Parenti.
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