Adoptar un animal es una acción maravillosa y desinteresada. Pero cuando llevas tu nueva mascota a casa por primera vez, las cosas no siempre van sobre rieles. Cada dueño de una mascota nueva debe aceptar que hay un período de adaptación.
Cuando Alana Hadley adoptó un gatito llamado Ares de la Sociedad Humane de Wisconsin, no esperaba tener problemas. El día en que llevo a Ares a su casa, había esperado adoptar también a su hermana, Afrodita, pero ya había un proceso de adopción iniciado. Se lo llevó a casa solo, y entonces fue que las cosas se pusieron complicadas.
Sin importar lo que Hadley hiciera para calmarlo y tranquilizarlo, Ares no dejaba de maullar. Estaba desconcertada.
Cuando ya no sabía qué hacer, Hadley envió un mensaje al refugio. “Ha estado maullando sin parar hasta dormirse”, reza su nota, “y luego comenzó otra vez al despertar”.
Al día siguiente de escribir al refugio, la adopción pendiente de la hermana de Ares se canceló. Una vez más estaba disponible para ser adoptada, y Hadley corrió al refugio, con Ares a rastra, para reunirlo con Afrodita y con suerte llevarla a casa como parte de su familia.
Todo salió según lo planeado y los dos gatitos quedaron encantados de verse. Resultó que Ares simplemente echaba de menos a su hermana. Con los dos cariñosos hermanos en casa, todo fue sobre ruedas. Eran unos gatitos mucho más felices y contentos. El constante maullar ya no es un problema. “Ambos adoran abrazarse y ronronear como locos cuando los tengo en brazos”, dice en un mensaje posterior. “¡Duermen casi todo el día,” explica, “y se acurrucan juntos cuando duermen!”
¡Gracias a Dios que Hadley pudo reunir a los gatitos! Mira su historia en el video de abajo, ¡y por favor, da un “me gusta” y comparte!