Recuerdo mi primer día en el kínder. No quería ir. En absoluto. Ni siquiera un poquito. Tenía miedo de las nuevas personas, los nuevos olores, y odiaba la siesta. Pataleé y grité e hice un berrinche para no ir. Pero una vez que llegué allí y pasé unas pocas horas en mi aula, ¡vi lo genial que era! Pensé que había muerto e ido al cielo; había un montón de niños de mi edad que querían jugar. Había bloques de construcción y hora de cuentos y veo-veo, y luego de toda esa emoción, siempre dije que sí a la hora de la siesta. Y luego despertaba y tenía –la mejor parte- ¡la hora de la merienda! ¡Aparte de aprender, era simplemente lo mejor!
Me gustaba muchísimo, no quería regresar a casa. Estaba feliz de ser la última en irme, y cuando uno de mis compañeros me gustó un poquito, ¡menos aún quería regresar a casa! Quedaba desolada cada viernes por la tarde cuando no podía regresar por dos días enteros, ¡parecía una eternidad! Pataleaba y gritaba, y gimoteando rabiosa era arrastrada a casa. Exactamente como este perro.
Puedo comprender a este Golden retriever. En el video, el dueño está con este can en el parque. Parece que esta pareja ha tenido un día intenso; ¡hay césped fresco y verde, muchas personas amigables y montones de otros perros con los que jugar! ¡Hay tanto para hacer y tantos lugares que explorar! Por no mencionar toda la diversión y las travesuras que puedes hacer. Pero todo lo bueno llega a su fin, y ya es hora de ir a casa.
El dueño está listo para irse, pensando que su perro lo seguirá, pero no. El retriever no quiere irse de este mágico país de las maravillas para jugar, y decide hacerse el muerto. El chucho se tira en el pavimento y no quiere moverse. El dueño se ríe y tira de su correa, pero el perro no quiere saber nada. Se queda tirado y tiene un montón de curiosos mirándolo.
Realmente está haciendo una escena adorable con todos mirándolo, curiosos por ver qué sucede luego. El dueño se acerca a él y tira otra vez. El perro se queda sentado, y se mantiene en sus trece: ¡no voy a ninguna parte, me quedo aquí! El dueño se aleja otra vez, la correa en una mano, y el perro vuelve a tirarse al suelo en señal de protesta. El episodio sigue un rato ¡hasta que, finalmente, uno de los dos se da por vencido!
¡Haz clic abajo para ver esta cómica especie de guerra entre el dueño y el perro!