No tengo hijos propios, pero tengo una pequeña sobrina y un sobrino. Como con todas las brechas generacionales, la manera en que están creciendo es completamente diferente a mi propia experiencia de infancia. Y aunque sus padres hacen lo mejor que pueden para mantenerlos fundamentados y completos, no se puede negar que ciertas cosas son bastante diferentes. Por ejemplo, ningún niño ha andado jamás en bicicleta sin casco. Ni siquiera se les ocurre. Sólo toman su casco y salen. Mientras crecía, yo jamás tuve casco de bicicleta.
Como muchos chicos de mi edad, cuando me levanto por la mañana, especialmente durante los meses de verano, tomábamos unos cereales y nos íbamos de casa a buscar a nuestros amigos. Juntos andábamos en bicicleta, jugábamos en el arroyo y bajábamos en tirolesa de una rama a otra desde la casita del árbol en mi jardín. Una casita en el árbol que hoy sería considerada sin duda insegura.
Para el almuerzo, nos caíamos en casa de uno u otro, donde la madre de alguien nos haría unos sándwiches de carne procesada y pan blanco. Entonces nos íbamos fuera a jugar otra vez, a veces no regresábamos a casa hasta que ya estaba bien oscuro, luego de horas jugando a policías y ladrones por todo el vecindario. Lo más notable es que había pocas y ninguna tecnología de computadoras o videojuegos, y ciertamente no había teléfonos inteligentes.
Seguro, tenemos cierta nostalgia del pasado, pero no es para decir que estábamos mejor. Quizás sí, quizás no, es cuestión de opiniones. Los niños de hoy en día están más cuidados, son más inteligentes y más conectados con el mundo a su alrededor, no sólo con su vecindario. Sólo desearía que mi sobrina y mi sobrino tuvieran la oportunidad de disfrutar las bondades de la libertad que ya no son posibles en la sociedad actual.
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