El magnífico chita es el mamífero terrestre más rápido, y puede alcanzar velocidades de hasta 45-70 millas por hora. Tienen una vista aguda, lo que les permite ver a su presa desde muy lejos, para luego perseguirla. Sólo le lleva 3 segundos a un chita alcanzar su velocidad máxima. Para maniobrar cuando corre a altas velocidades, usan su musculosa cola como un timón.
Como muchos animales impresionantes de todo el mundo, la cantidad de chitas está menguando. Si los humanos no intervienen en su nombre, eventualmente se extinguirán.
Según National Geographic se estima que quedan solo unos 7.000 chitas salvajes, muchos menos que en 1975, cuando eran 14.000. Mucho de ello puede atribuirse a la pérdida de tierras preciosas que alguna vez fueran parte de su hábitat:
“…los chitas han sido expulsados del 91 por ciento de su cobertura histórica; los grandes felinos alguna vez deambularon por casi toda África y gran parte de Asia, pero su población está hoy confinada predominantemente a seis países africanos: Angola, Namibia, Zimbabue, Botsuana, Sudáfrica y Mozambique. La especie ya está casi extinta en Asia, con los menos de 50 individuos que quedan en una zona aislada de Irán”.
La tierra por la que alguna vez vagaron ahora se usa para la agricultura y ganadería, y si los chitas presentan algún tipo de amenaza, especialmente para el ganado, los granjeros los eliminarán. “Los chitas también son objeto de colisiones con vehículos, cazados por su piel y otras partes de su cuerpo, e incluso son cazados como alimento, aunque esta amenaza está dirigida principalmente a las especies que son presa de los chitas, como antílopes, gacelas, impalas y jabalíes. Todas son presas ideales para el chita, y todas están siendo cazadas descontroladamente por personas en muchas áreas…”.
Sin sus presas, los chitas no tienen qué comer. Un factor adicional es la explotación de chitas para el comercio de mascotas exóticas.
Eden es una chita que vive en Experiencia Chita, en Sudáfrica, un centro de crianza de chitas; la reproducción en cautiverio es una de las maneras de ayudar a proteger a la especie. Cuando uno de sus cuidadores, Dolph Volker, decidió tomar una siesta a la sombra de un árbol en su recinto, ¡no se esperaba que ella se le uniría! Aun cuando Eden de alguna manera está “domesticada”, sigue siendo un animal salvaje y podría ser potencialmente peligrosa. Pero no parece peligrosa en absoluto cuando se acurruca y hace una siesta con su compañero humano.
Mira este impresionante encuentro del chita en el video de abajo, y ¡por favor, da un “me gusta” y comparte este momento maravilloso!